Artesanía
Alfarería
Hacia el año 1750, había en Tamames ocho maestros, ocho oficiales y seis aprendices de alfarería. Destacados alfareros eran, allá por 1950, don Bruno García y don Antonio de Santiago Sánchez, además de Francisco y Andrés García, quienes han continuado practicando el oficio hasta hace unos años.
Aunque en otros puntos de la provincia de Salamanca también se ha venido manteniendo, hasta épocas recientes, la actividad alfarera, ha sido en Tamames donde ésta ha alcanzado, en determinados aspectos, mayor renombre. Así, por ejemplo, era únicamente en esta villa donde se practicaban dos coceduras. La primera de ellas iba destinada a templar la loza; después de vidriarla con sulfuro de plomo, se procedía a la segunda operación, que al igual que la anterior, se realizaba en unas tres o cuatro horas. En la primera cocción, se utilizaban tres cargas de roble; en la segunda, un carro de brezo.
Los productos que salían de los hornos alfareros de Tamames eran cazuelas, ollas, cántaros, barreñones, caloríferos, calvocheros, algunas tuberías, y, sobre todo, pucheros y artículos de juguetería.
Cuando algún cacharro se agrietaba, se decía que estaba bramao; entonces, para curarlo, se recurría al empleo del cerute de las orejas de los burros, sustituido más modernamente por el sebo colorado. La operación de curar los cacharros corría a cargo de las alfareras.
La loza fabricada por los alfareros de Tamames llegaba hasta Salamanca, Alba de Tormes, Peñaranda, Sierras de Francia y Béjar, partido de Ciudad Rodrigo, comarcas zamoranas de Aliste y Sayago, diversos puntos de la provincia de Valladolid, algunos otros de Cáceres, y también de las tierras abulenses de El Barco.
Texto extraído del libro Historia de la villa de Tamames,
de Ramón Grande del Brío
Orfebrería
De reconocido prestigio internacional son los Méndez, joyeros de Tamames que trabajan magistralmente la filigrana charra. Conservan y actualizan la tradición heredada, ofreciendo unas piezas únicas.