Historia
Villa situada en el medio sur, a 55 Km. de una de las ciudades más bellas de España, Salamanca; esta villa toma el nombre de la sierra de Tamames, en cuya ladera Norte está asentada. Delimitada por los cauces de los ríos Huebra y Yeltes, que dan nombre a su vez a las comarcas limítrofes de este municipio, donde pastizales, encinares y robledales dan cobijo a una rica fauna de la que destaca el universalmente conocido toro de lidia.
Cuenta la historia que el actual término fue asentamiento humano desde el paleolítico inferior, así lo prueban los descubrimientos de útiles de piedra tallada de dicha época.
Un gran salto en el tiempo nos sitúa en la España Celta; en Tamames se conservan dos efigies en granito conocidas por los arqueólogos como cabezas cortadas, restos de los castros descubiertos cercanos al actual asentamiento de Tamames.
El torreón medieval, propiedad de un particular de la villa, nos sirve como testigo de la presencia visigoda en la zona; en el doble dintel de la puerta pueden verse labrados motivos prerrománicos que recuerdan características visigodas y nos trasladan a la Alta Edad Media (Siglos V-VII).
Según el mismo autor, el torreón fortaleza de Tamames tiene un origen anterior al Siglo XIII, los relieves del dintel muestran un blasón con escaques que no pertenecen a las armas de Alfonso Godínez, quien recibió del Rey Sancho el señorío de Tamames (Torreón incluido) en el año 1.284.
Con las repoblaciones del rey leonés Ramiro II en el siglo X, la comarca sufrió sucesivas devastaciones por parte de Almanzor, por lo que es de suponer que la fortaleza de Tamames y otras cercanías fuesen construidas en la Alta Edad Media hasta que sus funciones estratégicas perdieron valor con la definitiva repoblación de Raimundo de Borgoña, yerno del Rey Alfonso VI, en el Siglo XI, poniendo fin a las guerras entre cristianos y musulmanes.
Inmersos en el siglo XV y tras innumerables litigios entre los Godínez, en el concejo de Salamanca por la posesión del poblado de Altejos, anejo en la actualidad de Tamames, Rodrigo de Godínez logrará, en 1480, el privilegio del mayorazgo durante el reinado de Isabel I de Castilla, con lo que el mayorazgo de la villa de Tamames se convierte en el mayor núcleo de población y comienza el liderazgo como centro ganadero y de comercio de la zona.
A pesar de la poca información documentada, nos consta la existencia de una judería dedicada a múltiples oficios, el de artesano tejedor de paños fue el de mayor tradición incluso después de la expulsión de los judíos por el decreto de 1492.
Ya en el siglo XVI, hartos de las servidumbres impuestas por los Godínez, los vecinos, carentes de tierra propia para el cultivo, emprenden una serie de pleitos contra los señores de Tamames consiguiendo en 1567 una sentencia sobre el precio de las alcabalas, que siguieron pagando en pleno siglo XVIII y cuya aportación era de 2.900 reales en especie, cinco arrobas de trigo y cinco de lino, además de otros cien reales de vellón que D. Francisco de Godínez cobrará en concepto de portazgo, que no era otra cosa que un impuesto de paso por sus propiedades.
El Madoz, en el apartado de historia sobre la villa de Tamames, nos dice que hay conjeturas de ser esta villa la antigua Sentica de los vacceos mencionada por Ptolomeo, y no es inverosímil; aunque nadie pueda asegurarlo.
Es inaveriguable su origen, y su historia corre no menos oscurecida. Su nombre es, sin embargo, muy célebre, por haberlo tomado de una de las batallas más memorables de la guerra de la independencia contra la invasión francesa de 1808. Desde luego esta villa padeció mucho, sujeta al tránsito de los ejércitos beligerantes en aquella prolongada y sangrienta lucha, y en octubre de 1809 la eligió el duque del Parque para ser teatro de la indicada batalla. Sitúase en sus alturas resoltadas a esperar a los franceses. Distribuido su ejército, que se componía de 10.000 infantes y 1.800 caballos, la primera división al mando de don Francisco Javier de Losada cubría el centro y la derecha; D. Martín de la Carrera ocupaba la izquierda con la vanguardia; la caballería se situó en este punto que era el más débil de la posición, formando dos líneas algo separadas. El Conde de Belvédez, con la segunda división, quedó de reserva, y 1.500 hombres entresacados de todo el ejército guarnecían a Tamames. El 18 de dicho mes se presentó el general francés Marchand con 10.000 infantes, 1.200 caballos y 14 piezas de artillería; Y formando tres columnas arremetió a la línea española. La izquierda de ésta en razón de su mayor accesibilidad, fue el punto más cargado; y el general francés Mananne al frente de la caballería ligera, aprovechando un movimiento inoportuno de la segunda brigada de los jinetes españoles, consiguió presentar un momento de la mejor esperanza a su ejército; los franceses llegaron a apoderarse de algunos cañones, penetrando por medio de sus desordenados enemigos; pero el admirable valor de D. Martín de la Carrera, que no cejó a pesar de hallarse casi envuelto por los franceses, y con su caballo herido de dos balazos y una cuchillada; la ejemplar bizarría de D. Gabriel de Mendizábal, que echando pie a tierra logró contener a los soldados y restablecer el orden; y la prontitud con que el Duque del Parque acudió al riesgo, cambió el aspecto de la batalla, que pronto se decidió a favor de los españoles, habiendo avanzado con oportunidad y arrojo el Conde de Belvédez con porte de la reserva, y el príncipe de Angloma con otro de caballería. Los franceses emprendieron su retirada hacía Salamanca, sufriendo notable daño, especialmente de la fuerza apostada en Tamames. La pérdida de los franceses consistió en 1500 hombres, costando la de los españoles 700 vidas, estos ejércitos españoles se apoderaron de un águila, un cañón, carros de municiones y fusiles.
En 1811, habiendo asaltado los lanceros de Castilla un gran convoy francés en el término de Tamames, los habitantes abandonaron sus hogares, que fueron saqueados e incendiados como represalia; las pérdidas fueron cuantiosas e irreparables en lo referido a documentación escrita de la época.
El señorío de Tamames pasó a denominarse Ducado en 1805, seis años después, el 6 de agosto de 1811, se promulgó el decreto de disolución del régimen señorial declarándose la abolición de las prestaciones y relaciones de vasallaje.
A principios del siglo XX comienza la fundación de los Sindicatos agrícolas, el de Tamames tuvo lugar en el año 1907 y en 1924 contaba con 115 socios
En elecciones generales de 1933 el candidato de la Coalición Obrera-Socialista Juan Andrés Alonso obtuvo en Tamames 109 votos, lo que significaba una clara tendencia socialista frente a los 18 votos del candidato comunista, Luis Campo Redondo
Pasada la triste página de la Guerra Civil Española (1936) y agotada la posterior dictadura con el restablecimiento de la democracia en 1975, la Villa de Tamames elige en 1979 al primer alcalde de la democracia, Arturo Sánchez Hidalgo.
Alcaldes de la democracia en Tamames:
Años 1979-1983: D. Arturo Sánchez Hidalgo
Años 1983-1987: D. Francisco Gómez Moro
Años 1987-1991: D. Jesús Salvador Sánchez Pérez
Años 1991-1999: D. Elíseo García Rivas
Años 1999-2011: D. Carlos Navarro Oltra
Años 2011-2012: D. Jerónimo Anciones Ledesma
Años 2012-2015: D. Froilán de Arriba Sánchez
Años 2015-2019: D. Carlos Navarro Oltra
En la Actualidad: D. Alfonso Valle Fiz
Textos elaborados por miembros del Ilmo. Ayuntamiento,
a partir de diferentes publicaciones sobre Tamames.
Fotografías procedentes del libro Historia de la villa de Tamames,
de Ramón Grande del Brío,
EDICIONES DE LA DIPUTACIÓN DE SALAMANCA